TREKKING AL CERRO FITZ ROY
Desde octubre del 2008, venia planeando este viaje al Chalten, con una escala de tres días en la localidad de Perito Moreno, para conocer
cueva de las manos. Ya para diciembre estaba todo listo. El viaje lo organice todo por internet, parando en hostel y alternando en carpa las salidas a la montaña. Esta vez quería conocer la Patagonia austral.
Pero sin duda la frutilla del postre era estar lo más cerca posible de esta maravilla que es el Fitz Roy.

El día que debíamos salir se presentaba algo nublado, pero con buen ánimo la noche anterior preparamos las mochilas y las provisiones para dos noches, y al otro día después de dejar los bártulos que no nos eran útiles en custodia a Marcelo, (encargado del hostel Lo de Tomy), partimos a las 10 am.
La senda que va al Fitz quedaba unas pocas cuadras del hostel, pero un amigo me aconsejo que la retomara al revés, ya que hasta la laguna Capri hay una hora de subida, que a mi edad y una mochila de 80 l. se me podía hacer muy pesado. Partimos los tres mi esposa, mi hija y yo. Tomamos un remis, que nos dejaría en la hostería del Pilar, por el camino que va a Lago del Desierto. Llevaba un par de bastones, (algo sumamente indispensable para un trekking, ya que ayuda muchísimo, más cuando se va cargado).
Entre los chismes pueblerinos de un simpático remisero, mirábamos el paisaje de ese camino de ripio que es espectacular. Existen varios miradores sobre el rio de las vueltas. No alcanzan las fotos que se puedan sacar.
Llegamos a nuetro destino después de un ameno viaje de cuarenta minutos aproximadamente. Es una hostería de montaña muy típica. Sobre el costado derecho, comienza la senda bien marcada que pasa por el espectacular glaciar Piedras Blancas, y llega al campamento Poincenot, después de tres hs de recorrido, (haciéndolo muy despacio y contemplando los paisajes, como a mi particularmente me gusta), dado que yo tomo el trekking como un placer no como un entrenamiento militar. Por eso aconsejo que a los tiempos que marcan las sendas lo multipliquen por dos, ya que son tiempos que no toman en cuenta los descansos, las paradas para sacar fotos, ni la carga que uno lleva.
La senda recorre bosques de lenga, que parecen mágicos, y bordea el hermoso y espectacular río Piedras Blancas. A la hora y media llegamos al mirador del glaciar Piedras Blancas, nos tomamos un descanso, con buena suerte, ya que pudimos observar un desprendimiento que filmamos. Nos sentíamos realmente reconfortados por la hermosura y la majestuosidad del lugar. Pero amigos eso no sería nada!
La caminata se hacía cansadora, pero recompensaban a cada rato los paisajes que descubríamos.
Por fin a la hora y media llegamos al campamento Poincenot. Armamos nuestra carpa rápidamente, ya que el día, lamentablemente no pintaba favorable. El Fitz estaba tapado de nubes. Este campamento se encuentra adecuadamente protegido por los intensos vientos que vienen como ráfagas, en oportunidades a más de 100 km. por hora . Lo rodea un bosque añoso, en el que se nota la acción de los grandes vientos por la cantidad de troncos caídos. Por este motivo aconsejo armar la carpa en sectore

s protegidos pero bajo árboles jóvenes. Nuestra carpa era una cacique aero 2/3, apenas entraban tres personas muy apretadas, pero sabía que era sumamente confiable para los fuertes vientos de la zona, que debo decir es completamente distinta a la de los grandes lagos del norte (de Esquel hacia el norte). El clima es sumamente cambiante, ya que en el mismo día puede llover y salir un sol abrazador en una hora de diferencia. Solo se veían extranjeros, y muy pocos argentinos. Me sentía en otro país, pero muy orgulloso viendo al turista del exterior valorar los hermosos paisajes que tenemos y que hay que cuidar al extremo como si fuera oro. E l Poincenot es un campamento libre, es decir no hay nada. Para el que no sabe que significa campamento libre, quiere decir que podemos encontrar con suerte una letrina, la cual no aconsejo visitar. Si bien toda el agua es potable, yo aconsejo llevar un jugo en polvo para proveerla de sales, ya que es pura sin contenido de estos nutrientes. Recordemos que en la caminata se consume muchas sales minerales.
Ahora bien lo sospechado paso, al atardecer, después de comer empezaron a caer unas gotas y así todo el resto del día y la noche. Esa noche dormimos tranquilos por el cansancio de la caminata del día anterior, pero cuando despertamos a la mañana siguiente seguía lloviendo.
Nos toco estar todo el día dentro de la carpa, acostados y sin movernos, con lo reducida que era. Para estos casos lleve un viejo sobre techo de una carpa canadiense para que nos sirviera de reparo y cocinar algo. Pero había un cartel prohibiendo improvisar reparos de esta naturaleza, y como se debe hacer, lo respeté, como correspondía. Solo atiné a envolver las tres mochilas en el mismo y sacarlas fuera de nuestra reducida carpa, que si bien se la banco, la tela al ser ya antigua no es impermeable de por sí como las nuevas tecnologías sino que es impermeabilizada. Con esto quiero decir que transpira bastante, y al rozarla cae agua.
Nos empezábamos a poner nerviosos. Haber planeado tanto, hacer este largo viaje, y no ver lo principal, era terrible. No sabíamos cuando pararía. Teníamos pensado pasar una noche en laguna Capri, a mitad de camino ya regresando al Chalten, pero desistimos y nos quedamos quietos en ese campamento con la esperanza que al otro día mejorara. El tema era como íbamos a pasar esa noche.

La cintura mía ya no quería saber nada. A media noche seguía lloviendo, la idea de conocer el Fitz ya se diluía.
Todos logramos conciliar el sueño hasta que un fuerte viento nos desperto, era una buena señal. En ese momento se sentian caer unas pequeñas gotitas en el ya castigado sobretecho. Asome la cabeza y me di cuenta que provenian de los árboles, ya no llovia, las nubes parecian que estaban jugando carreras. Lo que mas deseaba era salir de la carpa y tomar unos mates. Así lo hicimos todos, y cuando los primeros rayos del sol asomaron en el campamento procedimos a sacar las bolsas y camperas que estaban un poco humedas, procedimiento que me i

mitaron los demas ocacionales vecinos.
Cuando el equipo estubo en condiciones partimos para laguna de los Tres. Y no solo nosotros sino un sin número de personas que estaban esperando ese momento. El tráfico de la senda era tan intenso, luego de esa lluvia que fastidiaba un poco.
Lo primero fue cruzar un puente hecho con dos troncos sobre el Rio Piedras Blancas, se sube un pequeño tramo y a los pocos minutos se llega a un paraje realmente hermoso, que es el campamento Piedras Bla

ncas, reservado para los escaladores, descansamos en un rústico refugio, y emprendimos la subida que se hace muy empinada en los últimos 500 metros.
El esfuerzo se ve ampliamente recompensado. Ya al vislumbrar la cumbre de la morena se veia un espectaculo increible, aunque todabia el Fitz, estaba cubierto, con una nube que no quería despegarse del magnífico cerro. Estabamos realmente cansados, nos sentamos a esperar que se mostrara en toda su magnitud. Al poco rato fue esto lo que sucedió, ya mis ner

vios se habian dicipado, en todos pesaba una tranquilidad, y una alegria tremenda. De todo eso nos queda el recuedo en la retina de nuestros ojos, alguna fotos magnificas, y este relato que trato de escribir para la gente que valora nuestros parques y la hermosura de la Patagonia.
Al rato regresamos al campamento, ya que teniamos que armar las mochilas.
Así lo hicimos, tranquilos comenzamos a bajar, comentando lo que acababamos de contemplar. Cuando llegamos al campamento Poincenot, acomodamos todo, y después de tomar una sopa caliente, emprendimos la vuelta al Chalten. Fueron 9km. y medio de unos paisajes increibles, ya que el Fitz, se dejaba ver en toda su plenitud a nuestras espaldas, mientras caia el día
El sendero esta bien marcado. Por momentos se cruzan bosques de lenga que dan un aspecto encantado al ambiente. En otros momentos se pasa por pequeñas pampitas bajas, que forman mallines. Es aquí donde se nota el trabajo desarrollado por Parques Nacionales al mantener la senda. En esa zona se camina por largos deck hechos de troncos, que se suspenden sobre el agua.
Nos dimos el lujo de desviarnos a la laguna Capri, que por cierto, contagia una paz descomunal. Luego la senda baja permanentemnte, aproximadamente 1 hs y media. Recor

de el buen consejo de mi amigo. Ya llegando al Chalten se tiene unas vistas del pueblo y del Rio de las Vueltas muy buenas.
Finalmente, llegamos cuando la tarde caia… dejamos nuetras mochilas en el hostel, y nos fuimos a festejar al Muro (un excelente restorant), brindando por lo que habiamos conocido… eso si con un buen vino patagónico…
Eduardo febrero /2009
